José Watanabe | Orgasmo y otros poemas

ORGASMO
¿Me dejará la muerte 
gritar 
como ahora? 
En Banderas detrás de la niebla

EL LENGUADO
Soy
lo gris contra lo gris. mi vida
depende de copiar incansablemente
el color de la arena,
pero ese truco sutil
que me permite comer y burlar enemigos
me ha deformado. He perdido la simetría
de los animales bellos, mis ojos
y mis narices
han virado hacia un mismo lado del rostro. soy
un pequeño monstruo invisible
tendido siempre sobre el lecho del mar.
Las breves anchovetas que pasan a mi lado
creen que las devora
una agitación de arena
y los grandes depredadores me rozan sin percibir
mi miedo. El miedo circulará siempre en mi cuerpo
como otra sangre. Mi cuerpo no es mucho. Soy
una palada de órganos enterrados en la arena
y los bordes imperceptibles de mi carne
no están muy lejos.
A veces sueño que me expando
y ondulo como una llanura, sereno y sin miedo, y más grande
que los más grandes. Yo soy entonces
toda la arena, todo el vasto fondo marino.
                En Cosas del cuerpo


MI OJO TIENE SUS RAZONES
Creo que mi ojo tiene un arbitrario criterio de selección. 
Obviamente hubo más paisaje alrededor, 
imposible que sólo fuéramos ella y yo en el rompeolas. 

Soy de repeticiones, como todos. Entonces puedo suponer que 
si hubo niebla
le dije: botes en la bruma pueden ser sólo reflejos, espejismos, 
y le mencioné el antiguo haiku de Hurami: 
                                        "Entre la niebla 
                                   toco el esfumado bote. 
                                    Luego me embarco".
Si hubo sol 
le tomé fotografías con el hueco de la mano y acaso la azoré 
diciéndole: posa con los senos hacia el viento. 
Si pasaron gaviotas y ella las admiró, le recordé 
que eran aves carniceras y que únicamente su feo canto es honesto. 
Mi ojo todo lo veía, no descartaba nada. 
Entramos en el mar por el rompeolas de rocas cortadas. 
Sobre una roca saliente ella recogió su falda 
                             y deslizó sus pies hacia el agua. 
Sus muslos desnudos hallaron comodidad en la piedra. 
Era particularmente raro 
el contraste de su muslo blanco contra la roca gris: 
su muslo era viviente como un animal dormido en el invierno, 
la roca era demasiado corpórea y definitiva. 

Hubiera querido inscribir mi poema en todo el paisaje, 
pero mi ojo, arbitrariamente, lo ha excluido
y sólo vuelve con obsesiva precisión 
a aquel bello y extremo problema de texturas: 
                                                       el muslo 
                                                       contra la roca. 
En El huso de la palabra

LA SANGRE
Los médicos escuchan con el estetoscopio 
el paso rumoroso de nuestra sangre, lo escuchan 
como una revelación que nunca comparten, no dicen 
con alegría: tu sangre no ha huido

La sangre puede huir. Los órganos están fijos, 
palpitando en su profunda oquedad, pero la sangre 
puede salir de su límite, franquear la piel y saltar 
al mundo. 

Si la sangre huye sabrá remontar colinas 
así como se extiende abundante y silenciosa 
por el hígado, sabrá fluir por los arcos de los puentes
así como avanza por las esclusas del corazón, 
sabrá pasar bajo las raíces enmarañadas de los sauces 
así como pasa entre la arboladura de los pulmones. 

La sangre puede inundar todos los paisajes. 

La sangre de los asesinados va delante de nosotros 
y vibra 
como un horizonte infame. 
En Banderas detrás de la niebla

José Watanabe Varas (Trujillo, 17 de marzo de 1945 - Lima, 25 de abril de 2007), fue un reconocido poeta peruano. Su madre Paula Varas Soto, peruana, y su padre Harumi Watanabe Kawano, japonés de quien aprendió el arte del haiku. Watanabe tuvo una infancia muy pobre, sus padres trabajaban como campesinos en una hacienda azucarera al norte del país hasta que el destino les jugó una buena pasada: ganaron la lotería de Lima y Callao y viajaron a Trujillo, la capital de la provincia. Luego José migró hacia Lima para seguir la carrera de Arquitectura, pero la abandonó después de casi dos años. Su formación fue esencialmente autodidacta y no sólo se desarrolló como poeta sino también como guionista de cine y documentales. Watanabe es una de las voces más propias entre los poetas peruanos del 70, una generación caracterizada por sus experimentos con el coloquialismo, su ruptura con la tradición poética peruana anterior a ellos, y su radicalismo ideológico. También fue una generación gregaria, en la cual, en su primera fase, primaron más los grupos que las individualidades. En una fase posterior, que trascendió a los grupos y se volcó más al formalismo, la generación de poetas peruanos del 70 dio admirables frutos. Watanabe, sin ser considerado integrante de alguno de estos círculos literarios, compartió mucho de su juventud con su generación. Su literatura se mantuvo independiente de todo el trajín político que afectaba a su país, lo cual se hace evidente en su poesía. En ella, las preocupaciones de la época si aparecen, pasan inadvertidas. Mantuvo latente en su poesía su afinidad con la cultura japonesa. De su padre, no sólo aprendió el control de las manifestaciones emocionales, que llama refrenamiento; sino también y sobre todo la forma poética del haiku, la expresión mejor lograda de la mirada oriental del mundo en la que, por los senderos del budismo zen y el taoísmo, el poeta contempla y describe los fenómenos que percibe en su belleza inocente de toda prisa por vivir, de toda ideología y de toda pasión. Watanabe sincretizaba muy bien las formas del haiku oriental con un uso de la palabra hispana sofisticado y criollo.

José Watanabe | Orgasmo y otros poemas José Watanabe | Orgasmo y otros poemas Reviewed by Puro Verso on 11/27/2020 Rating: 5

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